2. Fuentes para el estudio del pensamiento de Simón Bolívar:

 

Son de una abundancia abrumadora: se habla de más de 300 publicaciones bibliográficas de documentos directos del Libertador y un material impreso inagotable en todos los idiomas: más de 2500 libros y folletos biográficos.

El primer documento publicado de Bolívar fue la "Memoria dirigida a los ciudadanos de Nueva Granada por un caraqueño" (14 de diciembre de 1812) y publicado en la imprenta de Diego Espinoza de los Monteros (Cartagena )en 1813.

La primera recopilación se realizó (en vida de Bolívar y con su cooperación) en Caracas en 1826 con el título de "Colección de Documentos relativos a la vida pública del Libertador de Colombia y del Perú, Simón Bolívar, para servir a la Historia de la Independencia de Sur América" en 21 tomos, impresos en el taller de Devisme Hermanos. Dicha Obra fue llevada a cabo por Cristóbal Mendoza y Francisco Javier Yanes.

La prensa, favorable o contraria a Bolívar, publicó infinidad de artículos durante los años de vida del Libertador.

La primera biografía de Simón Bolívar, escrita por su tutor Simón Rodríguez con el titulo de"El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social", será impresa en Arequipa (Perú) poco antes de su muerte (1830).

Como expresión de los adversarios tenemos a José Domingo Díaz, quien publica "Recuerdos de la Rebelión de Caracas" en Madrid, imprenta de León Amarita, en 1829.

La corriente antibolivariana va a prevalecer hasta 1842 (año del retorno a Caracas de los restos de Bolívar) cuando Juan José Conde y Antonio Leocadio Guzmán publican bajo el título de "Proclamas del Libertador", la primera colección orgánica de sus arengas.

Salen luego a la luz la "Venezuela Heróica " de Eduardo Blanco y la "Historia de Venezuela" de Rafael María Baralt, quienes, según afirma Vallenilla Lanz, representan a los viejos conceptos y a una visión maniqueista de la historia.

El general Tomás Cipriano Mosquera, militar y estadista neogranadino publica en Nueva York "Memorias sobre la vida del Libertador Simón Bolívar (1858)

P. Pruvonena (seudónimo de José de la Riva Agüero, adversario de Bolívar) publica "Memorias y documentos para la historia de la independencia del Perú y causas del mal éxito que ha tenido ésta", en París, 1858.

El político y escritor venezolano Felipe Larrazábal publica "Correspondencia general del Libertador Simón Bolívar..." precedida por una vida del Libertador, en Nueva York 1966.

Durante el guzmancismo, que alimentó el bolivarianismo, se publica bajo los auspicios del gobierno, "Los Documentos para la historia de la vida pública del Libertador..." publicados por el padre José Félix Blanco y Ramón Azpúrua, en 14 volúmenes (Caracas, 1878)

Al año siguiente fueron publicadas las "Memorias del General O'Leary" en 32 volúmenes.

En ocasión de las diversas conmemoraciones patrióticas, se han publicado numerosas obras, aunque no siempre de calidad.

El advenimiento de la corriente positivista, representada en Venezuela por Gil Fortoul, Laureano Vallenilla Lanz, Lisandro Alvarado, Manuel Arcaya y Mario Briceño Irragorry, "se fragua una correlación lógica entre los problemas de la realidad venezolana y su explicación fenomenológica "(Nikita Harwich Vallenilla, 1984)

Como expresión de biografías escritas por europeos, se pueden citar la de Gerard Masur, "Simón Bolívar" (México,1960) y la obra de Salvador de Madariaga "Bolívar" que, pese a la oposición de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, constituye una visión crítica a considerar válida en el rescate del Bolívar real.

No podemos concluir esta reseña sin mención la labor invalorable realizada por el Dr. Vicente Lecuna, en el mantenimiento y publicación del Archivo del Libertador.

 

3. Algunas consideraciones sobre el Bolivarianismo: A fin de facilitar la lectura de las fuentes, con cierta criticidad, se exponen a continuación algunas constataciones provenientes de los llamados "adversarios" de Bolívar, pero cuya opinión puede favorecer una posición más equilibrada.

Se trata de devoción más que análisis histórico y por tanto tiende a caer en deformaciones historiográficas. Debido a su arraigo en la cultura popular, la figura de Bolívar ha sido objeto de una manipulación por parte de las clases dominantes, como han sido los estadistas, ideólogos e historiadores. A este respecto, en carta a Antonio Leocadio Guzmán, por demás representativo de lo antes mencionado, Bolívar escribía: "Con mi nombre se quiere en Colombia hacer el bien y el mal y muchos lo invocan como texto de sus disparates" (Popayán, 6 de diciembre de 1829).

Por ello la historia de Bolívar está erizada de dificultades y hay que abrirse paso en medio de una bruma de nociones anhistóricas. Es un deber del historiador enderezar lo que la pasión ha torcido. A este respecto es bueno tener presente que la memoria colectiva es anhistórica pues se expresa en categoría en lugar de sucesos y se rige por medio de arquetipos, en lugar de personajes históricos. Por ello el mito es la última etapa de la formación del héroe. Así por ejemplo, Napoleón constituye el arquetipo de Bolívar y San Martín: el paso de los Alpes tiene su contraparte en el paso de los Andes; los tres tuvieron su Santa Elena, rechazados por sus patrias vivos, son venerados después de muertos.

Es necesario emprender una labor rectificadora de los añejos errores de interpretación. Para ello es necesario calibrar la veracidad de las fuentes favorables o contrarias al personaje. Los mismos documentos producidos por el Libertador ameritan un análisis consistente del contexto que los provocó. Bolívar recurría a la falsificación de documentos para fines bélicos y aún políticos. Ejemplo de ello es la versión heroica de la muerte de Ricaurte: "Yo soy el autor del cuento... para entusiasmar a mis soldados y aterrorizar al enemigo...".

Una cosa es cierta: que la gloria de Bolívar no necesita un pedestal de ilusiones. Por ello es más que nunca verdadera la afirmación hecha por César Zumeta a fines del siglo pasado:" Bolívar divinizado es insignificante, humano es sencillamente grandioso" (1895).

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