SED DE ÉTICA
Por Bernardo Kliksberg
Para LA NACION

 

WASHINGTON.- Se preguntó recientemente a los estadounidenses cuáles eran los personajes de la historia que más apreciaban. Eligieron primero a Jesús. La respuesta reflejaba la búsqueda de valores éticos. El mismo interés surgió cuando en otra investigación se los interrogó sobre qué valoraban más en la vida. Dijeron: "Tener una familia bien constituida". La misma sed de valores llevó a que las iglesias y templos se convirtieran en el principal lugar adonde acudió la gente después del horrendo asesinato masivo de más de 6000 personas. Esta preocupación por los valores recorre también con toda fuerza América Latina. Entre los múltiples descontentos que plantea la población en la última encuesta Latinbarómetro, aparece el sentimiento de que cada vez se puede confiar menos en los otros. Se podrá argumentar que los valores éticos son irrelevantes para los problemas concretos. Las cifras dicen lo contrario. Un reciente estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) concluye que "un nivel más elevado de confianza, cooperación, compromiso recíproco y cohesión social" ayuda a mejorar los resultados de las instituciones y las empresas. Su alto perfil ético es una de las causas del buen desempeño de algunas de las economías más exitosas del planeta, como Noruega ( primera en la tabla de desarrollo humano mundial 2001 de la ONU), Canadá (tercero), Suecia (cuarta) y los Países Bajos (octavos).

Por otra parte, los logros de convocatorias éticas demuestran que, cuando los problemas se piensan a partir de valores y no sólo desde tecnocratismos, los resultados pueden ser mucho más útiles para la sociedad. En los Estados Unidos, por ejemplo, la larga lucha de la sociedad civil a partir de valores morales contra el tabaquismo ha logrado grandes avances en la salud pública. Estudios últimos indican que el humo de los cigarrillos contiene 4500 sustancias tóxicas y que cada ocho segundos muere en el mundo una persona a causa del tabaco. Pese a los fuertes intereses que enfrentaban, las organizaciones civiles que llevaron adelante esta lucha lograron que el porcentaje de hombres fumadores bajara en los Estados Unidos del 50 por ciento de la población en 1965 al 26 en 1998, y entre las mujeres, del 34 al 22 por ciento.

Un clamor que se extiende:

La visión ética ha permitido también abrir esperanzas en la acción contra el sida. Por su causa, 5000 africanos mueren diariamente y ha producido 22 millones de muertes. La población más afectada está en imposibilidad de acceder a los nuevos medicamentos por su pobreza. Una gran movilización mundial ética reclamó por el derecho a la vida. Brasil y Sudáfrica se apoyaron en ella para producir o importar genéricos baratos, y obligó a los laboratorios que los enjuiciaron a retirar sus demandas. Jeffrey Sachs, entre otros, menciona asimismo la necesidad de enfocar desde la ética enfermedades que matan a millones, pero que apenas interesan a los laboratorios por no ser rentables comercialmente, como la tuberculosis y la malaria. Estos problemas deben tener una solución colectiva, pide la ONU, y atenderlos es una de las metas del nuevo fondo mundial que está tratando de crear.

En América Latina hay grandes problemas de hondas implicancias éticas. Una sociedad civil cada vez más activa y movilizada está reclamando que se les dé proridad. Así, el de la salud. Según indica Mirta Roces, subdirectora de la Organización Panamericana de la Salud, 218 millones de personas carecen de protección contras riesgos de enfermedad, 100 millones no cuentan con servicios básicos de atención de salud y 82 millones de niños no tienen acceso a los programas de inmunización. Llama la atención sobre que, pese a esta situación, la salud no forma parte de la lista de temas prioritarios en la agenda política de la región.

Otro problema ético es que el avance de la pobreza está erosionando seriamente la familia. Esto, cuando las funciones de la familia están siendo cada vez más valorizadas. Así, una investigación de la Universidad de Chicago indica que los jóvenes de familias desarticuladas son más propensos a fumar y beber. La familia es, entre otros aspectos, la clave para cualquier estrategia de prevención del delito. Pese a ello, tampoco forma parte de la lista de temas prioritarios.

También requiere una lectura ética el problema de las grandes desigualdades. Mientras sociedades exitosas, como las nórdicas y otras, cultivan el rechazo a las desigualdades y la igualdad efectiva de posibilidades, América Latina se ha ido convirtiendo en la región más desigual del planeta sin que el tema haya sido encarado éticamente. El 10 por ciento de más ingresos tiene ochenta veces lo que el 10 por ciento de menos ingresos: la mayor brecha del orbe.

Voces preclaras están exhortando a atender la exigencia de más ética. El papa Juan Pablo II ha pedido que la "humanidad comprometida en el proceso de mundialización se conceda un código ético", y ha prometido que "la Iglesia continuará trabajando con todas las personas de buena voluntad para que el vencedor en este proceso sea la humanidad y no solamente una elite de privilegiados". Un gran filósofo, Charles Taylor, advierte que lo más riesgoso quizás es que se está produciendo silenciosamente un proceso alarmante. La racionalidad tecnológica, muy útil como instrumento, está desplazando a la racionalidad valorativa, que debería orientarla, e incluso la está sustituyendo.

Estamos dejando de discutir sobre valores. Esta es una de las razones por las que avanza el principio de que el fin justifica los medios, que se ha extendido riesgosamente en diferentes áreas y que estuvo en el centro de la despiadada masacre terrorista que llenó de tristeza al mundo entero. Albert Einstein planteaba sobre este principio: "¿quien puede dudar sobre quién fue mejor conductor de hombres? ¿Maquiavelo, que legitimó ese principio, o Moisés, portador de los Diez Mandamientos, pilares del género humano, y de la Biblia, donde la divinidad dice tajantemente que el fin no santifica los medios?" Es hora de tomar seriamente en cuenta el clamor creciente por la ética.

El autor es el coordinador general de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

 

http://www.lanacion.com.ar/01/10/08/do_341303.asp
LA NACION | 08/10/2001 | Página 21 | Opinión
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